El mecanismo de acción de la tos se puede subdividir en tres fases generales: la fase de inspiración, la fase de compresión y la fase espiratoria. Durante la fase de inspiración, se produce la inhalación, generando un aumento de volumen dentro del sistema pulmonar. Este volumen es necesario para generar suficiente movimiento de aire para ser productivo. La fase de compresión se caracteriza por el cierre de la laringe combinado con la contracción de los músculos de la exhalación, incluidos los intercostales, el diafragma y los abdominales, lo que conduce a un aumento neto de la presión intratorácica sin que se produzca ningún movimiento de aire. La fase de espiración se caracteriza por la rápida apertura de la glotis, lo que da lugar a un flujo de aire espiratorio rápido y de gran volumen. Este rápido flujo de aire provoca vibraciones dentro de la laringe y la faringe, induciendo los sonidos característicos de la tos. A lo largo de este proceso, se produce una compresión de las vías respiratorias, lo que resulta en una disminución neta del volumen intratorácico. Después de la exhalación, puede producirse una inhalación de rebote, dependiendo de la duración de un episodio de tos, así como del volumen del movimiento del flujo de aire, en compensación por la hipoxia desarrollada o la inhalación refleja.1